Quien ha vivido en una gran ciudad como Madrid conoce de primera mano la dureza de su clima. “Nueve meses de invierno y tres de infierno”, reza el refrán con más fuerza en estos días de ola de calor. Y no es para menos. Ocurre en los climas continentales y en muchas otras ciudades.
Igualmente por ello, quien ha vivido en un piso cuya fachada estaba orientada al sur o poniente ve incrementada la radiación recibida y sufre importantes incrementos de temperatura padecido sin duda con más rigor el calor estival.
Ante esta situación suelen plantearse dos soluciones.