La pobreza energética en España

Originalmente la pobreza energética fue definida en el Reino Unido por Brenda Boardman, a principios de la década de 1990, como la "incapacidad (para un hogar) de obtener una cantidad adecuada de servicios de la energía por el 10% de la renta disponible". A día de hoy este concepto se entiende como la imposibilidad de un hogar de satisfacer una cantidad mínima de servicios de la energía para hacer frente a sus necesidades básicas, como mantener la vivienda en unas condiciones de climatización adecuadas para la salud (18 a 20º C en invierno y 25º C en verano).
Este fenómeno, por su carácter doméstico, es prácticamente invisible tanto para las administraciones públicas como para ONGs, empresas y resto de actores relevantes. Sin embargo es una realidad creciente en nuestro país: según la segunda edición del "Estudio de Pobreza Energética" publicado en 2012 por la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), el porcentaje de hogares que tienen que destinar una cantidad desproporcionada de sus ingresos a pagar facturas de luz y gas es del 16,6%, lo que supone unos siete millones de personas.
Las causas que generan esta precariedad energética son diversas, desde bajos ingresos del hogar y precios elevados de la energía hasta calidad insuficiente de la vivienda y falta de mantenimiento de la misma. Es en estos últimos factores en los que la rehabilitación energética de inmuebles se presenta como factor clave para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y evitar las consecuencias que este tipo de pobreza puede tener sobre la salud y sobre el medio ambiente, ya que también supone un despilfarro de energía y un nulo control de emisiones contaminantes.
Iniciativas a pie de calle para sensibilizar a población sobre los beneficios que supone la renovación de edificios para la mejora de su comportamiento energético van abriéndose camino, ya que el debate que se ha originado en torno a la pobreza energética en España es innegable. La ciudad de Málaga, por ejemplo, ha iniciado la campaña “Únete a la eficiencia – Lucha contra Gastón” con acciones que incluyen tanto puntos de información como material audiovisual para ir despertando el interés de los vecinos en esta materia.
Otro de los impactos positivos de la rehabilitación de viviendas es su potencial efecto palanca para la generación de empleo, según una encuesta realizada por la misma Asociación de Ciencias Ambientales a empresas y organismos del sector, la rehabilitación energética de viviendas genera en España cerca de 47 empleos anuales por cada 1000 m2 rehabilitados.
Así, la disminución de la pobreza energética se convierte en un objetivo clave más, junto con los beneficios ambientales y económicos, de la mejora de la eficiencia energética de los edificios residenciales.
Fuentes: Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), Instituto Nacional de Estadística (INE), Ayuntamiento de Málaga. Gráfico: El País.